Por Lic. Octavio Chon (UNMSM)
Existe un mito popular muy
difundido que consiste en creer que todo el mundo filosofa, como si fuera un
don con el que uno nace y para desarrollarlo solo basta con pensar un poco. Sin
embargo, es importante saber la filosofía de otros filósofos para aprender a
filosofar por cuenta propia. Decir que todos filosofan es igual a decir que
todos saben matemática porque conocen cómo sumar y multiplicar. Se necesita
preparación. Y así como hay gente que es hábil en matemática sin tener una
mayor preparación, se dan casos de gente que piensa y razona bien, hasta llegar
a filosofar, pero son casos particulares y no es la norma. Allá al que le guste
pensar que todos filosofamos solo porque se preguntan sobre la existencia de
las cosas.
Alguien
podría decir que esto es un muy mal ejemplo ya que la matemática es una cosa
que se aprende y no tiene que ver directamente con la persona mientras que para
la filosofía usamos la razón, que es algo con lo que ya nacemos y que en base a
cada uno varia, por lo que no serían comparables. Sin embargo, el ejemplo que
se expone está en base a la experiencia que existe en gente de otras
especialidades, digamos ingeniería, derecho, economía, matemática, etc. De modo
que mi ejemplo no es gratuito. Para un matemático se le podría hacer tan
complicado aprender filosofía como a uno se le haría complicado aprender
ciertas fórmulas de matemática pura. Salvando las diferencias entre las
propiedades (para evitar entrar en detalles por motivos prácticos) que presenta
la Filosofía y los números, se puede afirmar la equivalencia que se ha
mostrado.
Decir algo como que "para
la filosofía usamos la razón, que es algo con lo que ya nacemos y que en base a
cada uno varia” sería entrar en una contradicción cuando se dice que no es así
con la matemática. La matemática hace uso de la razón tanto como la Filosofía.
Considerando que todo ser humano en condiciones óptimas puede razonar, no hay
ningún impedimento para que pueda hacer matemática y/o Filosofía. Téngase en
cuenta que todo el mundo suma y resta de diferente manera, incluso muchas
especies lo hacen. En estas condiciones, uno bien puede aprender a sumar y
restar de manera compleja por experiencia, sin necesidad de escuela, tal es el
caso de grandes comerciantes que apenas acabaron la escuela y manejan números
lo suficiente para completar su labor.
Lo mismo se puede decir de
la razón orientada a la Filosofía. La gente puede intentar filosofar, pero no
llegará -en las más de las veces- a un grado de complejidad tal que pueda
considerarse como propio de un sistema filosófico del tipo kantiano o platónico,
solo por poner un par de ejemplos. Aun así, habrá alguien que se resista a
pensar en ello y diga que la mente no está condicionada para nada en el pensar,
que se puede tener muchos puntos de vista e imaginar todo lo que se quiera por
más que sea imposible, mientras que la matemática no podría por estar atada a
sus reglas, además que hay ciertas leyes físicas y que valen para todos y a
todo en el universo.
Sin embargo, decir esto solo
parece cierto en apariencia. La mente tiene ciertos límites, una muestra de
ello es que no se puede pensar un color nuevo, o imaginar objetos en 11
dimensiones, incluso las quimeras están hechas de elementos ya existentes en el
mundo. El resultado de la aparente falta de límites está en que se puede pensar
e imaginar todas las cosas posibles dentro de lo humanamente posible, pero
solamente ciertas estructuras lingüísticas que tengan sentido lógico. De modo
análogo sucedería con la matemática, ya que existen los números infinitos pero
que están condicionados a una estructura lógica para poder tener sentido, de
otro modo podrían llegar a ser meros garabatos. No hay que olvidar que la
matemática se asienta en el pensamiento humano y por tanto no exento de
límites.
Cuando se dice que “hay
ciertas leyes físicas y que valen para todos y a todo en el universo”, en
efecto, existen esas leyes físicas, pero como lo plantea la contraparte imaginaria[†] es como si existiesen
hipostasiadas de la realidad. Lo que se tiene en una ley científica son
regularidades más que determinaciones universales, de otro modo se cae en el
problema de Popper con su falsacionismo (la ciencia debería ser falsable). Habría
que ser brujos para poder predecir todo en todo el universo (recuerda al
diablillo de Laplace) mediante la ciencia, aunque por ello la capacidad
predictiva de la ciencia no se vea en complicaciones, siempre y cuando ciertas
condiciones estén dadas.
Por
otro lado, alguien podría objetar que el ejemplo de los colores no está bien
propuesto, ya que los colores son solo una parte de las ondas electromagnéticas,
que en este caso seria la luz, y las ondas electromagnéticas pueden tener una
longitud de onda que puede expandirse hasta el infinito. Las personas solo
conocen una parte y la luz es solo una tajada al estar en un intervalo, o sea
limitado, salvo que uno se ponga a imaginar infinitas longitudes de onda dentro
de dicho intervalo, sí podría hacer es imaginar nuevas tajadas. Uno podría
imaginar, continuaría diciendo la contraparte imaginaria, muchas nuevas tajadas
con una longitud de onda que puede estar en el infinito, físicamente no se
puede demostrar pero teóricamente se podría proponer una longitud de onda muy
elevada lo suficiente para que este fuera de lo que por ahora se conoce, y así
poder seguir imaginando longitudes infinitas.
Hacer
esa clase de observaciones solo significaría no haber entendido todo lo
explicado a pesar de la orientación de los ejemplos otorgados. Sobre la longitud de onda
es cierto que solo se percibe una parte
de ella. Ahora, hasta aquí no hay objeción con respecto al ejemplo. El punto es: no se puede imaginar
un color nuevo, esto es, un color que no exista en el universo. La infinita
imaginación de una persona no podrá "crear" un nuevo color en su
mente, uno que no exista ya dentro de lo humanamente perceptible. Si la imaginación
humana fuese en realidad infinita, ello se asemejaría más a una figura divina que a algo concreto, puesto que se podría
imaginar más allá de lo humanamente posible. Y de nuevo, el límite de la
imaginación es el límite de lo humanamente posible dentro de su sus capacidades.
Sin entrar en más detalles, ya que supondría hablar en términos con mayor
exactitud filosófica, solo basta concluir que no todo el mundo filosofa, pero
cualquiera lo suficientemente preparado lo podría hacer.
1 comentario:
Muy bueno
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