lunes, 15 de octubre de 2012

¿Filosofamos todos?



Por Lic. Octavio Chon (UNMSM)

Existe un mito popular muy difundido que consiste en creer que todo el mundo filosofa, como si fuera un don con el que uno nace y para desarrollarlo solo basta con pensar un poco. Sin embargo, es importante saber la filosofía de otros filósofos para aprender a filosofar por cuenta propia. Decir que todos filosofan es igual a decir que todos saben matemática porque conocen cómo sumar y multiplicar. Se necesita preparación. Y así como hay gente que es hábil en matemática sin tener una mayor preparación, se dan casos de gente que piensa y razona bien, hasta llegar a filosofar, pero son casos particulares y no es la norma. Allá al que le guste pensar que todos filosofamos solo porque se preguntan sobre la existencia de las cosas. 

Alguien podría decir que esto es un muy mal ejemplo ya que la matemática es una cosa que se aprende y no tiene que ver directamente con la persona mientras que para la filosofía usamos la razón, que es algo con lo que ya nacemos y que en base a cada uno varia, por lo que no serían comparables. Sin embargo, el ejemplo que se expone está en base a la experiencia que existe en gente de otras especialidades, digamos ingeniería, derecho, economía, matemática, etc. De modo que mi ejemplo no es gratuito. Para un matemático se le podría hacer tan complicado aprender filosofía como a uno se le haría complicado aprender ciertas fórmulas de matemática pura. Salvando las diferencias entre las propiedades (para evitar entrar en detalles por motivos prácticos) que presenta la Filosofía y los números, se puede afirmar la equivalencia que se ha mostrado.

Decir algo como que "para la filosofía usamos la razón, que es algo con lo que ya nacemos y que en base a cada uno varia” sería entrar en una contradicción cuando se dice que no es así con la matemática. La matemática hace uso de la razón tanto como la Filosofía. Considerando que todo ser humano en condiciones óptimas puede razonar, no hay ningún impedimento para que pueda hacer matemática y/o Filosofía. Téngase en cuenta que todo el mundo suma y resta de diferente manera, incluso muchas especies lo hacen. En estas condiciones, uno bien puede aprender a sumar y restar de manera compleja por experiencia, sin necesidad de escuela, tal es el caso de grandes comerciantes que apenas acabaron la escuela y manejan números lo suficiente para completar su labor.

Lo mismo se puede decir de la razón orientada a la Filosofía. La gente puede intentar filosofar, pero no llegará -en las más de las veces- a un grado de complejidad tal que pueda considerarse como propio de un sistema filosófico del tipo kantiano o platónico, solo por poner un par de ejemplos. Aun así, habrá alguien que se resista a pensar en ello y diga que la mente no está condicionada para nada en el pensar, que se puede tener muchos puntos de vista e imaginar todo lo que se quiera por más que sea imposible, mientras que la matemática no podría por estar atada a sus reglas, además que hay ciertas leyes físicas y que valen para todos y a todo en el universo.

Sin embargo, decir esto solo parece cierto en apariencia. La mente tiene ciertos límites, una muestra de ello es que no se puede pensar un color nuevo, o imaginar objetos en 11 dimensiones, incluso las quimeras están hechas de elementos ya existentes en el mundo. El resultado de la aparente falta de límites está en que se puede pensar e imaginar todas las cosas posibles dentro de lo humanamente posible, pero solamente ciertas estructuras lingüísticas que tengan sentido lógico. De modo análogo sucedería con la matemática, ya que existen los números infinitos pero que están condicionados a una estructura lógica para poder tener sentido, de otro modo podrían llegar a ser meros garabatos. No hay que olvidar que la matemática se asienta en el pensamiento humano y por tanto no exento de límites.

Cuando se dice que “hay ciertas leyes físicas y que valen para todos y a todo en el universo”, en efecto, existen esas leyes físicas, pero como lo plantea la contraparte  imaginaria[†] es como si existiesen hipostasiadas de la realidad. Lo que se tiene en una ley científica son regularidades más que determinaciones universales, de otro modo se cae en el problema de Popper con su falsacionismo (la ciencia debería ser falsable). Habría que ser brujos para poder predecir todo en todo el universo (recuerda al diablillo de Laplace) mediante la ciencia, aunque por ello la capacidad predictiva de la ciencia no se vea en complicaciones, siempre y cuando ciertas condiciones estén dadas.

Por otro lado, alguien podría objetar que el ejemplo de los colores no está bien propuesto, ya que los colores son solo una parte de las ondas electromagnéticas, que en este caso seria la luz, y las ondas electromagnéticas pueden tener una longitud de onda que puede expandirse hasta el infinito. Las personas solo conocen una parte y la luz es solo una tajada al estar en un intervalo, o sea limitado, salvo que uno se ponga a imaginar infinitas longitudes de onda dentro de dicho intervalo, sí podría hacer es imaginar nuevas tajadas. Uno podría imaginar, continuaría diciendo la contraparte imaginaria, muchas nuevas tajadas con una longitud de onda que puede estar en el infinito, físicamente no se puede demostrar pero teóricamente se podría proponer una longitud de onda muy elevada lo suficiente para que este fuera de lo que por ahora se conoce, y así poder seguir imaginando longitudes infinitas.

Hacer esa clase de observaciones solo significaría no haber entendido todo lo explicado a pesar de la orientación de los ejemplos otorgados. Sobre la longitud de onda es  cierto que solo se percibe una parte de ella. Ahora, hasta aquí no hay objeción con respecto  al ejemplo. El punto es: no se puede imaginar un color nuevo, esto es, un color que no exista en el universo. La infinita imaginación de una persona no podrá "crear" un nuevo color en su mente, uno que no exista ya dentro de lo humanamente perceptible. Si la imaginación humana fuese en realidad infinita, ello se asemejaría más a una figura divina  que a algo concreto, puesto que se podría imaginar más allá de lo humanamente posible. Y de nuevo, el límite de la imaginación es el límite de lo humanamente posible dentro de su sus capacidades. Sin entrar en más detalles, ya que supondría hablar en términos con mayor exactitud filosófica, solo basta concluir que no todo el mundo filosofa, pero cualquiera lo suficientemente preparado lo podría hacer.




[*] El presente texto está basado en una serie de conversaciones con un arquitecto, su finalidad es aclarativa y por ello no ahonda en demasiados detalles de la Filosofía.
[†] Inspirado en hechos reales.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy bueno