Ufología[1]
Por
Krisaltis-Octavio Chon Torres
La demarcación
El
motivo de este escrito es el de poder delimitar el trabajo de un ufólogo,
disipar los mitos populares que se ciernen respecto a su labor y además educar
a las personas de lo que se trata una ufología en el sentido original de la
palabra. Aún no hay mucha información sobre la ufología tomada como investigación
de acontecimientos determinados, lo que abunda es más bien la literatura ovni
muy diferente a la labor que hace un investigador del tema. Así, la primera
cuestión a tener en cuenta es la de saber diferenciar lo que hace un
investigador de los ovnis y lo que hace cualquier gurú new age –movimiento
nueva era- sobre los ovni. Esto es importante porque muchas veces en debates
las personas suelen asociar la evidencia ovni con extraterrestres o literatura
ovni que tanto abunda. La importancia de este texto es, como se nota, poner en
claro que no se trata de lo mismo. Un grupo religioso que se reúne y habla de
los ovnis y pretende comunicarse con ellos telepáticamente no está haciendo
ninguna labor crítica, cuestión esencial para un investigador.
Por esto, un ufólogo antes que nada ha de ser un
investigador en el sentido pleno del término. Esto es, un investigador que sea
capaz de usar su sentido crítico de modo tal que evite confundir evidencia de mera
especulación. Dentro de la especulación está el decir que los ovnis son
necesariamente extraterrestres, como si existiese una relación de A por tanto
B, ovnis por tanto extraterrestre, o en cualquier caso, ovnis por tanto
intraterrestres, naves ultrasecretas, etc. Nada de esto pertenece a la
investigación de los hechos considerados como tales. Lo que se tiene puede ser
un avistamiento registrado, cuyo objeto puede ser cualquier otra cosa menos
algo conocido.
Si
alguien ve luces, por ejemplo, que empiezan a moverse de manera errática y
desaparecen de pronto, desafiando cualquier noción establecida sobre
movimientos de objetos voladores, sean aviones o globos meteorológicos, ello
significa que algo en concreto está sucediendo, pero de ahí a concluir de
inmediato que son tales o cuales seres, es ya cometer una apreciación
precipitada que se aleja de la realidad. No se sabe si en verdad son
extraterrestres o lo que sea, lo único que se sabrá es que se tuvo un
avistamiento, un ovni, un objeto volador no identificado, y un ufólogo es eso,
alguien que investiga esos fenómenos, y para ello ante la incertidumbre de lo
que tiene delante se hace imprescindible que despliegue sus habilidades como
investigador con sentido crítico.
Por eso se hace importante conocer al menos lo básico de
diferentes ciencias, tanto de humanidades como de las ciencias duras. Esto
porque tener un conocimiento multidisciplinario adecuado le ofrecerá no solo
mejores herramientas para poder investigar
sino que evitará de esta manera caer en explicaciones deficientes cuyos
resultados hacen más daño aún que aportar algo a la ufología. Y a esto se añade
el sentido crítico que debe ser tal que no nuble la posibilidad de que lo visto
sea descartado de antemano, pero tampoco cayendo en la mera credulidad. La idea
de esto es que un ufólogo tiene que ser capaz de interrelacionar diversos
conocimientos, ha de ser alguien que se ha preparado para esto, no puede ser
cualquier persona que salga y diga que es ufólogo por el simple hecho de haber
descubierto una que otra fotografía –o video- inexplicable. No es ufólogo quien
se dice ser, sino quien se caracteriza en la práctica, y la idea de este texto
es la de dar una noción de lo que debería ser un investigador del fenómeno ovni
para disipar el mito popular tan alimentado por diferentes películas, novelas o
programas de televisión en donde se ridiculiza esta clase de sucesos
tildándolos de alucinaciones o de meras creencias. Lo realmente ridículo es
malinterpretar todo, no usar el razonamiento, e insistir en ello pensando que
es lo verdadero.
El papel educador del ufólogo
En
ese caso -ser demasiado crédulo- solamente se está haciendo una mala
interpretación de la realidad, demostrando la poca capacidad de análisis que se
tiene del tema y por qué no, deficiencia de análisis en cualquier tema en
general, ya que esto no solo pasa por un asunto en particular –el del mito
popular ovni-extraterrestre como si fueran inseparables- sino que tiene que ver
también con la calidad de educación que la gente recibe, que muy probablemente
no haya sido enfocada para cuestionar, indagar, hacer uso del sentido crítico.
Y en esto también tiene que ver el ufólogo, su papel ha de consistir no en
encerrarse dentro de sus investigaciones, sino que su rol educador debe
destacarse al momento de hacer explicaciones, no hacerse ver como no crédulo
sin más, resaltar que no se trata de un asunto de credos sino de algo en
concreto.
Todo
esto no por nada, sino porque servirá para defenderse, armar una argumentación
sólida, de las críticas maliciosas que puedan haber ya que bien es sabido que
hay gente con tendencias a desacreditar para quedar como el que sabe más, como
el que no se deja engañar, pero esta actitud un ufólogo preverá porque sabe que
ellos posiblemente están cometiendo defectos en el momento de interpretar las
pruebas. Cuando la gente capta algo no lo hace inmediatamente como se lo
muestran, sino que en las más de las veces tiene que pasar por un filtro, por
su sistema de creencias social e individual, y luego de allí, luego de ese “mind
mapping”[2] de
la realidad, explicar lo que ve. Un evangélico dirá que ve demonios en el
cielo, un new age dirá que ve ángeles, pero el ufólogo ha de evitar esa clase
de conclusiones precipitadas, y no solo eso, sino que sabe que las hipótesis
que ofrezca sobre el porqué de la existencia de esos objetos no identificados
debe estar acorde a lo que realmente ocurre y no a lo que se ha ido
distorsionando mediante el sistema de creencias, debe evitar hacer flatus vocis[3].
Aquí
entra a tallar un lado importante también del ufólogo, el que resalte a partir
de qué punto se está analizando la evidencia y a partir de qué punto empieza a
hablar a título personal a partir de sus razonamientos. No solo se trata de
investigar de manera seca los hechos, sino que dentro de la heurística[4]
del investigador ha de haber algunas percepciones personales a partir de lo que
ha ido indagando, y esto no es excepción para aquel que se dedica a investigar
estos objetos no identificados. Incluso se podría decir que los ovnis
estuvieron desde la antigüedad, pero esto pertenecería a la especulación del
ufólogo con el fin de moldearse una visión aproximativa de lo que podría estar
sucediendo realmente, aunque ello no implique que sea necesariamente así, al
menos hasta que la evidencia demuestre en la actualidad lo contrario.
Sin
embargo, como en todas las situaciones, cuando se presenta un problema mientras
no haya evidencia concreta que lo compruebe, no podrá hablarse de una
conclusión definitiva, sino que serán conclusiones provisionales, como pasos a
tientas. La investigación de los hechos sin un marco teórico es imposible o
acaso una abstracción desmedida en donde la vieja escuela sujeto-objeto se
separan por completo. El investigador se ve involucrado en lo que indaga porque
pone dedicación, tiempo, espera que algo bueno resulte de ello. Pues el ufólogo
ha de tener sus propias expectativas siempre y cuando no lo sesgue ni lo lleve
a afirmar precipitadamente nada. La propia crítica también ha de emplearse para
este tipo de situaciones.
Especulación prudente
La
autocrítica permite afrontar nuevas situaciones que si uno nunca hubiera puesto
en duda no habría caído en ello. El fin de la autocrítica es también evitar el
dogmatismo, un investigador, sea el que sea, debe ser ajeno al dogmatismo. Si
bien es cierto que tomar ciertos parámetros para investigar es imprescindible
para formarse un marco teórico, esto se diferencia de las ideologías
totalitarias –como pasa en algunas sectas- ya que siempre el que indaga sabrá
dentro de sí que posiblemente sus expectativas de lo que podrían ser tales
objetos al final resulten ser falsas o parcialmente falsas. La falta de
evidencias tampoco debe darle motivo para fomentar sus propias convicciones ya
que ello no significa evidencia de algo, en cuyo caso se entraría en una
falacia no-formal conocida en el campo de la lógica como argumentum ad ignorantiam[5],
atribuirle validez a algo por la falta de pruebas.
Entonces
se tiene que no solo es necesario investigar los hechos puros, sino que también
es importante hacerse un marco teórico provisional por el cual seguir un camino
de modo que no se investigue al azar sino que se siga una ruta determinada.
También es relevante evitar caer en falacias y para ello se hace necesario un
uso del sentido crítico tal que le provea al investigador de las herramientas
adecuadas para esclarecer los acontecimientos. Lo que se espera de un
investigador es que no se tome las cosas sin previa examinación, como tampoco
que sea totalmente cerrado, sino de mantener un término medio para poder
establecer sus presupuestos y llegar hasta donde se pueda. La labor del ufólogo
no es tampoco la de tener la solución, ello no está garantizado, quien piense
que dedicarse a investigar estos fenómenos es sinónimo de descubrir “la verdad”
no estará haciendo más que una extensión de la religiosidad propia ya que la
labor del investigador, su alma, es la de no tomar ninguna cosa por verdad
absoluta, no hacer flatus vocis[6],
ello no existe por ser una abstracción que lleva potencialmente a ideas
totalitarias, pero tampoco se trata de un relativismo tal que se pueda caer
incluso en un solipsismo[7]
haciéndose el ufólogo inentendible hacia los demás. El ufólogo ha de investigar
teniendo en cuenta su labor educativa, como se mencionó antes, porque la
cantidad de desinformación es tal que desvía la verdadera importancia que esto
tiene con respecto a la humanidad.
Es decir, hay que ponerse a pensar para darse cuenta de
la verdadera dimensión que esto puede tener, y para pensar se necesita de
tiempo y de un cierto grado de tranquilidad mental suficiente para poder
observar mejor esta situación. Actualmente la gente no tiene mucho tiempo, anda
muy ocupada y a lo más se conforma con lo que recibe, no significa que todos
deban ser investigadores, sino que por el contrario, esta misma situación
realza la importancia del ufólogo ya que al disponer de tiempo y recursos podrá
informar a los demás de lo que ocurre en su campo. Entonces, cuando un ufólogo
le hable a la gente no lo hará desde su ignorancia, sino desde todos los
conocimientos que ha ido adquiriendo, no prometiéndoles la divina respuesta,
eso no existe, sino que fomentará el cuestionamiento y aportará lo que ha ido
descubriendo, y delimitará en qué momento empiezan sus propias especulaciones
acerca del fenómeno ovni.
¿Qué pasaría realmente si esos objetos voladores son
extraterrestres?, ¿qué pasaría si no lo son, y en vez de eso son objetos
fabricados en la Tierra?, o ¿qué pasaría si en verdad esos objetos no son de
este mundo, sino que forman parte de algo que simplemente, habiéndose
descubierto lo que es, la respuesta es incluso más desconcertante que el
misterio inicial? Por supuesto, un ufólogo dentro de sus conocimientos
necesarios en ciencias habrá examinado las posibilidades que cada una de estas
preguntas implica, como el tener en cuenta que no es posible viajar a más de
300 mil kilómetros por segundo[8]. Y
sin embargo, haciendo un salto a la imaginación, requisito indispensable para
poder formularse algunas hipótesis, ¿qué implicancias tiene el hecho mismo de
que en los cielos existan estos objetos que no se pueden identificar a simple
vista? En otras palabras, más allá de si sean o no extraterrestres o cualquier
cosa con la capacidad para movilizarse de esa manera y desaparecer de la vista
con tanta facilidad –dejando a un lado reportes recientes sobre la
desclasificación ovni en algunos países-, las implicas que tiene la existencia
de estos fenómenos ha recibido una atención mínima, y me refiero a la atención
que se le debe dar, no a la atención religiosa o al estilo new age.
El papel político
Las
implicaciones que conlleva la existencia de objetos voladores no identificados
deberían ser de relevancia pública, no es posible que se avisten objetos de esa
naturaleza y uno no pueda hacer nada. Se está ante la imposibilidad humana de
determinar y de igualar aquellos fenómenos. No debería inducir a terror esto,
sino a una mirada más crítica sobre el sistema político que no le presta
atención al fenómeno, y aquí se entra ya en un nuevo aspecto del ufólogo que no
es solo el de investigar ovnis, sino el de criticar las deficientes políticas
usadas para tratar el tema con el público y la ridiculización que han efectuado
cuando alguien hablaba hace 30 años sobre ovnis, y sin embargo hoy en día se
ven desclasificaciones que datan de hace 30 años. Esto es signo de una alta
hipocresía por parte de algunas autoridades y no debe dejarse de lado, no por
el rencor, sino porque es una enorme tomadura de pelo que la generación actual por
lo general no presta atención. ¿Por qué antes no sacaban a la luz ciertos
documentos sobre ovnis, ridiculizando incluso a quienes querían saber lo que
ocurría en verdad, y ahora se muestran –aparentemente- abiertos mostrando los
documentos? El sentido crítico nos dice que los motivos deben ser explicados
por parte de las autoridades que estuvieron a cargo de ello.
Por
el contrario, lo que ocurre es que se están mostrando documentos sin prestarle
la debida atención. Aviones prendiendo fuego a objetos que se ven inmunes a las
municiones, objetos que esquivan aviones como si se tratase de un juego de
niños. Y esta información está disponible en la World Wide Web –web- a vista de
todos, y lo menos que se esperaría es que las autoridades se disculpen con los
que exigieron respuestas y se les negó anteriormente, sin embargo esto no
ocurre. Cabe resaltar que lo dicho en estos dos últimos párrafos en especial ya pertenece a la
tarea crítica y discursiva que un ufólogo debiese tener, reflexionar sobre los
acontecimientos, hilarlos y lanzar algunas respuestas tentativas que siempre
hay que recalcar no son para nada concluyentes por lo menos hasta ese momento.
Hay
que hacerse valer como investigador en su campo que es. Es un tema concreto y
para nada pertenece al ámbito de las creencias. Un ufólogo debe ser en cierto
modo un filósofo que cuestiona, indaga y comparte lo que encuentra para hacer
mayor el mosaico de información que hay, haciendo uso de la autocrítica. El
nivel de análisis y de abstracción en relación a los hechos debe ser tal que no
solo le permite al que investiga ver los hechos, sino desprender algunas
sospechas y a partir de ahí hacerse una idea de lo que podría estar ocurriendo,
una idea que puede no ser verdad, pero al menos una idea que se sabe a
posibilidad y que puede ser reemplazada cuando las posteriores investigaciones
lo señalen así. Al final, el tiempo y la dedicación de la gente por investigar
dejarán que la verdad de estos temas caiga por su propia validez.
[1] Para
fines eufónicos se usará la palabra ufología en vez de ovnilogía.
[2] Mapas
mentales en donde se relacionan cosas para llegar a algo determinado.
[3] Palabras
vacías.
[4] Según la
RAE, “técnica de la indagación y del descubrimiento”.
[5] Un
argumento falaz que significa tratar de validar algo desde la ignorancia de lo
que se habla.
[6] Palabras
vacías.
[7] En donde
todo lo exterior es falso menos uno mismo.
3 comentarios:
Me parece que quieres presentar tus deseos desbocados como si fueran hipótesis científicas. Si tanto te interesa la investigación científica, por qué no investigas problemas de verdad? Creo que contribuyes muchísimo a desprestigiar la filosofía al sostener que el ufólogo debe ser un filósofo.
Señor anónimo, no son hipótesis científicas y ningún deseo desbocado (desde ya rechazo la peyorativa) Yo investigo sobre ecología, astrobiología y epistemología. No hay ningun desprestigio ya que el ensayo supone hacer un análisis abierto para que la gente de la ufología deje esa pseudociencia y pase a plano más académico. Usted refleja un prejuicio fuerte.
Estoy de acuerdo con Crisaltis, hay muchos prejuicios al respecto. La gente no sabe que hay personas que tiene contacto con alienígenas desde épocas muy remotas. De otro modo cómo se explican las líneas de Nazca y las pirámides de Egipto.
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