jueves, 1 de octubre de 2009

El origen ilimitado de la Filosofía



Por Krisaltis - Octavio Chon Torres



En muchas ocasiones quienes se han interesado por la Filosofía, escucharon cómo se ha originado. En las más de las veces se ha creído que ha sido originada de forma materialista, y aun es enseñada así en diversos lugares. Sin embargo, lo que en este breve texto se expondrá supondrá, más bien, otra clase de origen. Y es que las afirmaciones usuales que se dan para aceptar que la Filosofía nació materialista es la que muchos ya conocen: que Tales de Mileto hizo uso el agua para tratar de explicar el origen de todo. “Todo es agua”, puede uno pensar que de verdad esta basándose en lo material. Pero antes de continuar, habría que pensar seriamente si se refería únicamente a un origen material de las cosas. En lo siguiente se explicará todo este tema. Y se hará alusiones a algunas citas de diversos autores, con motivo de fundamentar y dar forma a las ideas que aquí se darán a entender.

Primero, no solo se expondrá aquí una explicación de por qué no se trata meramente de una cuestión material, sino de preguntarse por qué hasta ahora muchos creen que es así. Véase, cuando uno se dispone a creer o a conocer algo, lo acepta sin más ni menos, o, de primera, se pregunta si realmente es como lo dicen. Se sabe que por diversos factores, la observación de las cosas puede ser distorsionada por diversos modos de pensamiento, como puede ser el religioso. Aunque extrapolando, puede sonar algo así como “la ilusión de que existe una consciencia política fundada científicamente que pueda guiar al investigador: toda teoría política que se pretenda científica monopoliza la cualidad de ciencia y revela por ello mismo su anticientificidad”.[1] Y lo mismo ocurre con todo investigador que se pueda hayar bajo un sistema de pensamiento o creencias. El papel del sujeto es muy relevante en este sentido. Recuerda lo que dijo Mario Bunge una vez, que “Es obvio que tendemos a asignar mayor peso aquellas hipótesis que congenian con nuestro fondo cultural y, en particular, con nuestra visión del mundo, que aquellas hipótesis que lo contradicen. La función dual del soporte cultural de las conjeturas científicas se advierte con facilidad: por una parte, nos impulsa a poner atención a ciertas clases de hipótesis y hasta interviene en la sugerencia de las mismas; por otra parte, puede impedirnos apreciar otras posibilidades, por lo cual puede constituir un factor de obstinación dogmática. La única manera de minimizar este peligro es cobrar consciencia del hecho de que las hipótesis científicas no crecen en un vacío cultural”[2]. De esta manera un creyente en Dios tratará de verlo aceptando la evolución, o incluso omitiendo ciertas pruebas. Es lo que ocurre también con las ideologías cerradas; con el dogmatismo. No importa en qué se crea, el dogmatismo es un sistema cerrado que no acepta lo diferente, a no ser que sea para alimentarse a sí mismo (razonamiento circular). Esto en cuanto a saber por qué a veces uno puede apegarse a ciertas ideas. Quien lo cree muchas veces lo hace por falta de conocimiento o de investigación, para averiguar si en verdad lo que le dicen a uno es cierto. ¿Por qué decir ideología cerrada?, “La ideología es teoría cuado es abierta y acepta ser discutida, o sea, refutada por la prueba de datos fenoménicos y del razonamiento. La ideología es doctrina cuando se cierra sobre sí misma, haciéndose inmune a toda irrupción de lo real fenoménico, del evento no conforme, que entonces se convierte en el enemigo, y, por creerse verificada de una vez por todas, se convierte por ello mismo en no biodegradable”[3].

Es muy importante tener en cuenta lo anteriormente expresado, ya que ayuda a uno mismo a ser un poco más consciente de cuando se acepta algún conocimiento. Y como dice el título, el origen de la Filosofía no ha sido meramente material. Una visión reduccionista podría plantear que sí, ha provenido de la materia, porque obviamente el agua es materia. Pero hacer esto sería lo mismo que juzgar a un peruano que por creer en la evolución no cree en dios, y por eso es materialista -cuando en realidad es mucho más complejo, solo entendible desde su cosmovisión-. Así, los griegos tenían en cuenta algo muy importante como el factor ilimitado de la naturaleza: Némesis (violencia que se encarga de volver el orden a las cosas), hybris (irrupción del curso natural de las cosas), las moiras (el destino) y la prudencia (visto como punto medio, el mismo que Aristóteles enseñaba a Alejandro Magno en su juventud, aunque al final parece que se olvidó de ello). Y todo esto se relaciona directamente con ese intento de explicación que dará Tales sobre lo existente. Si bien es cierto que la Filosofía es un modo más agudo de apreciar las cosas, a comparación de los mitos, la primera no ha nacido porque hubo una ruptura abrupta, sino que hay una conexión. Con esto se empezó a dejar de hacer tanta alusión a los dioses para explicar la mayoría de las cosas, pero no dejó de existir un sustrato dentro de todo esto (no trascendental aún, ya que la división explícita de dos mundos abstracto y físico viene más claro con Platón). Para hacer más sencilla esta explicación, es algo así como cuando alguien deja de creer en Dios y renuncia al cristianismo, pero no por ello deja de comportarse como cristiano. Con todos sus valores, casi siempre sin que se percate el hombre -Nietzsche reflexionó sobre ello, de ahí que muchas de sus obras van contra la moral cristiana, aunque quizá se pasó un poco-.

Pero, ¿por qué decir que la Filosofía no fue en su nacimiento tan material como se creía? Para empezar, lo que se sostiene en este texto es que el agua planteada por Thales no era como en la actualidad podría pensarse (H2O). En otras palabras, se trata de un principio que da origen a todo, que no perece ni nace (suena tentador calificarla como uno de los principios de la materia). Sin embargo, viendo que “Filosofía que comienza siendo un canto a la ambivalencia. El ser no está separado del ente; ni la materia del espíritu; ni el cosmos del caos; ni el logos del mito; ni la esencia del existir; ni el sujeto del objeto. Todas estas fisuras vendrán luego, en el proceso de autodiferenciación de la filosofía, de la racionalidad de la ciencia. Pero el origen (no-dual) seguirá presionando de algún modo, en cada época, el empuje crítico/místico intentará reunir lo separado”[4]. Y como se ve en esta cita, Tales no desacraliza al mundo, sino más bien hace un intento de explicar aquello ilimitado. Recuérdese que “Tales no desacraliza al mundo. Él fue quien dijo, y la noticia también la trae Aristóteles, que 'todo está lleno de dioses' (…) Tales también dijo que la piedra (magnética) posee alma porque mueve al hierro, y que el alma está mezclada en todo el universo”[5]. Es lo mismo que decir que todo lo existente está vivo. Pero, ¿qué quería decir realmente sobre el agua? Entre los griegos existía un gran respeto a la naturaleza, ¿por qué? Porque eran conscientes de la limitación humana. Como se expresa en las tragedias. Por otro lado estaban las Moiras, que según Hesíodo, “vigilan las infracciones de los dioses y de los hombres y no quedan tranquilas hasta que el malhechor haya recibido su merecido”[6]. Esto expresa que los dioses también tenían limitaciones. Por ejemplo: “Ningún dios puede devolver la vida a quien ha muerto, ninguna voluntad divina alcanza el reino oscuro del pasado (…). Aquí la deidad no tiene ningún poder sobre los muertos: tampoco puede proteger a los vivos ante la muerte que les está destinada”[7].

Uno podría preguntarse, qué tiene que ver la explicación de que todo surge del agua con esta cosmovisión. A simple vista puede no tener ninguna relación, pero si se es lo suficientemente agudo nos daremos cuenta que hay más relación de lo que se imagina. No solo Tales ya lo expresaba, Anaximandro también con su Apeiron (principio indeterminado), o Heráclito al decir que “a la naturaleza primordial le gusta ocultarse”, solo por citar a algunos. El hecho es que ha existido entre sus enseñanzas un reconocimiento por lo ilimitado que podría llamarse divino, y una consciencia de la propia limitación. Y Tales también trataba de expresarlo. “Tales no sólo superó el ínfimo nivel de los análisis físicos de su época, sino que los dejó muy atrás al haber dado un verdadero salto de gigante. Las escasas y desordenadas observaciones de tipo empírico que llevó a cabo acerca de la procedencia y la metamorfosis del agua, o, más concretamente, de “lo húmedo”, permitieron, o al menos sugirieron una gigantesca generalización. Lo que allí residía era un axioma metafísico cuyo origen se remonta a una intuición mística, la misma que encontramos en todos los sistemas filosóficos, compilaciones tan sólo de los intentos siempre renovados de expresar mejor un enunciado: 'Todo es uno'”[8]. En este sentido, Salvador Paniker expresa que “la filosofía, el simbolismo racional, se alimentará de esta necesidad de reunificar lo que ha sido escindido. Una ilusión para vencer otra ilusión”[9], “no es la lógica la que separa lo real, sino la separación (fisura) la que genera la lógica (…) Pero a su vez la lógica tiende a recuperar la tensión perdida”[10]. No se trata, entonces, tampoco de algo meramente lógico. El mito es un intento por explicar la realidad, pero en su desarrollo hasta aparecer la filosofía, la especia de búsqueda implícita no ha cesado. El anhelo por encontrar o explicar eso ilimitado –lo que generaba el respeto por la naturaleza entre los griegos- se mantiene. Si uno integra todos estos puntos clave que aparentemente no tienen mucha importancia, realizará que dentro hay un modo de ver las cosas –sobre el origen de la filosofía- completamente distinto al que se esperaba. Y siendo conscientes, como se ha dicho en un inicio, que alguna ideología cerrada pueda influenciar en las apreciaciones, el riesgo por matizar la investigación no será demasiado.

Pero prosiguiendo con Tales, hay una explicación que hace de nuevo Nietzsche, que es muy importante por lo que sigue -discúlpeseme la extensión de la cita-: “Cuando Tales enuncia: 'Todo es agua', estremece3 al hombre y lo hace salir del manoseo vermiforme y e ese trastear por todos los rincones, tan característicos de las ciencias particulares; Tales presiente la solución última de las cosas, y en virtud de semejante presentimiento supera el vil cautiverio, la vulgar torpeza que reside en los grados más ínfimos del conocimiento.

El filósofo trata de que resuene en sí mismo la armonía del universo, y luego intenta exteriorizarla en conceptos. Siendo contemplativo como el pintor o el escultor, o compasivo, como el religioso, espía de los fines y de la causalidad, como el hombre de ciencia, sintiéndose impelido hacia el macrocosmos (…) Lo que sería el verso al poeta, es al filósofo el pensamiento dialéctico: este último se aferra a él para asegurar su encantamiento, para petrificarlo. Y del mismo modo que para el autor dramático palabra y verso no son otra cosa que un balbuceo en una lengua extranjera; dada la imposibilidad de expresar mediante ellos toda la riqueza de lo que vive y ve, también la expresión de las profundas intuiciones filosóficas halla su único medio para expresar lo intuido en la dialéctica y la reflexión científica. Se trata, ciertamente, de medios de expresión muy pobres; en el fondo, son también metafóricos: una traducción infiel realizada a una esfera y a un lenguaje diferente. Tales intuyó la unidad absoluta del ser, y cuando la quiso comunicar, ¡habló del agua!”[11]. Recuerda mucho a un fragmento en la filosofía china: “Del Tao se puede hablar, pero no del Tao eterno”[12].

En términos de sistemas complejos y propiedades emergentes esto es algo común. En otras palabras, cuando un nivel de organización “superior” no puede ser explicado en términos del inferior. En donde el factor desorden o “ruido” juega un papel importante, ya que representa la parte no limitada del sistema organizativo presente. Es decir, “cada nivel superior no puede explicarse plenamente en términos del nivel inferior. Cada nivel superior tiene capacidades y características que no se encuentran en las inferiores (…) La biología no puede explicarse solamente en términos de física, ni la psicología en términos de biología, etc.”[13]. Claro está, no es una organización de orden vertical, sino que en vista de la limitación en el lenguaje, no podría representarse de otra forma.

Ésta última parte dicha brevemente fue escrita solo con propósitos de esclarecer lo anterior (lo de Tales en términos actuales). Pero para explicarlo de modo más sencillo, le ocurrió a Tales lo que a cualquiera, que en su sentir profundo, trató de expresar esa especia de contemplación, y al ver que todo cobraba vida con el agua, y que lo húmedo tenía un papel importante en todo, acudió a relacionar el agua con el todo. Así “todo es agua” se convirtió en una aproximación a lo que sentía. En pequeños detalles a las personas les sucede, que sienten una emoción muy fuerte, o sentimientos hermosos, los cuales sabe que no pueden ser descritos solo por palabras o actos. No es nada fuera del otro mundo, sino algo tan familiar como despertarse por las mañanas. El problema es que cuando uno observa un suceso –algo como lo que le ocurrió a Tales- como tercera persona, tiende a deificarlo, o a considerarlo como lejano. Sin embargo, Tales supo darle un poco más de coherencia argumentativa a su explicación. A diferencia de los otros hombres que más se apoyaban en lo fantástico, pero no por ello sin dejar de expresar el mismo sentimiento de lo ilimitado que tuvieron.

Pero para finalizar este breve texto, puede decirse que dentro de la perspectiva que Tales tuvo (el de lo ilimitado, lo divino, lo innombrable) supo expresar, dar una aproximación, a eso ilimitado. No era que explicara el origen de todo en base al agua, sino que quiso explicar la esencia de todo, y lo único que encontró más familiar era el agua, o mejor dicho, como el agua.


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[1] “Ciencia con consciencia”, Edgar Morin, pág. 92 Ed. Anthropos. Primera edición, Barcelona, 1984.
[2] “La ciencia, su método y su filosofía”, Mario Bunge, pág. 61 Ed. Siglo veinte.
[3] “Ciencia con consciencia”, Edgar Morin, pág. 353 Ed. Anthropos. Primera edición, Barcelona, 1984
[4] “Filosofía y mística”, Salvador Pániker, pág. 39. Ed. Anagrama. Segunda edición, Barcelona, 1992.
[5] Ibidem, pág. 47
[6] “Teogonías”, fragmento 220.
[7] “Los dioses de Grecia”, Walter F. Otto, pág. 256. Ed. Siruela, S.A. Primera edición, Madrid, 1993.
[8] “La filosofía en la época trágica de los griegos”, Friedrich Nietzsche. Ed. Valdemar. Primera edición, colección Diógenes, Madrid, 1999.
[9] “Filosofía y mística”, Salvador Pániker, pág. 25. Ed. Anagrama. Segunda edición, Barcelona, 1992.
[10] Ibidem, pág. 39
[11] “La filosofía en la época trágica de los griegos”, Friedrich Nietzsche. Ed. Valdemar. Primera edición, colección Diógenes, Madrid, 1999.
[12] “Tao Te King”, por Lao Tsé.
[13] “El paradigma holográfico”, K. Wilber, D. Bohm, K. Pribram, S. Keen, M. Ferguson, F. Capra, R. Weber y otros. Edición a cargo de Ken Wilber, pág. 299. Ed. Kairón. Sexta Edición, Barcelona, 2005.

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