LOS CUENTOS CUÁNTICOS DEL DOCTOR CHOPRA
Juan José Morales
Uno puede preguntarse para qué tenemos médicos, medicamentos, hospitales, quirófanos, funerarias y cementerios si ya existe la medicina cuántica, un maravilloso y eficaz cúralo todo que permite a cualquier persona mantenerse sana y fuerte, curarse por sí misma si es necesario, y hasta burlar a la muerte con la pura fuerza de voluntad. Porque, según la medicina cuántica, la salud y la enfermedad son simplemente decisiones y la gente enferma porque no tiene fuerza de voluntad para mantenerse sana, se cura porque desea hacerlo, y muere porque no se esfuerza por seguir viva. Al menos eso asegura la pomposamente llamada medicina cuántica, a cuya popularización contribuyó una reciente película titulada ¿Y tú qué@#V!* sabes?, un mero batidillo de conceptos de la física moderna y filosofías orientales.
La supuesta medicina fue ideada por Deepak Chopra, quien tiene en su favor el ser indo, y ya se sabe que para los devotos de las medicinas alternativas el solo hecho de que algo o alguien provenga de la India es como un sello de garantía.
Chopra nació en la India en 1947. Ahí estudió medicina, se graduó en 1968 y 12 años después emigró a Estados Unidos, donde llegó a ocupar cargos importantes como endocrinólogo en un afamado hospital y fue catedrático en 2 reconocidas escuelas de medicina. Pero pronto descubrió que la charlatanería dejaba mucho más dinero y comenzó a embaucar pacientes con tratamientos de “medicina ayurveda” basada en energías espirituales, fuerzas internas, hierbas y brebajes supuestamente utilizados por los santones hindúes hace 6,000 años y rescatados por él de antiguos textos védicos. Sólo que como eso de las terapias milenarias ya está bastante choteado, decidió darles un aire científico.
Así nació la medicina cuántica, adornadita con terminología tomada de la rama de la física también conocida como mecánica cuántica o mecánica ondulatoria, que todo el mundo ha oído mencionar pero conocida y realmente comprendida por pocos. Entre otras cosas, la física cuántica permitió saber que la energía no es continua pues se manifiesta en forma de pequeñísimas unidades -denominadas cuantos- y que las partículas elementales integrantes de los átomos se comportan como diminutos paquetes de ondas.
Para los físicos esto no tiene nada de extraordinario o misterioso y manejan la dualidad onda-partícula sin problemas.
PACIENTES ESTÚPIDOS
La pseudomedicina inventada por Chopra recurre al llamado principio de incertidumbre de Heisenberg, según el cual no se puede medir simultáneamente la posición y el impulso de una partícula elemental porque el dispositivo de medición influye sobre ella y altera su posición o movimiento. De ahí Chopra sacó la peregrina conclusión de que la conciencia del ser humano que observa esos fenómenos determina lo que ocurre. O, dicho de otro modo, la mente del observador dirige los fenómenos.
Conviene aclarar que según explicó el propio Heisenberg, los fenómenos observados nada tienen que ver con su registro por la mente del observador, pues existen por sí mismos, y añadió que “la teoría cuántica no contiene elementos subjetivos genuinos, no introduce la mente del físico como parte del acontecimiento atómico”.
Chopra, sin embargo, afirma que si la conciencia del observador puede determinar lo ocurrido con las partículas elementales (lo cual es erróneo), la conciencia de un ser humano puede guiar cuanto ocurre en su cuerpo. Su conclusión: para curarse basta y sobra con la decisión del propio enfermo, desde luego con cierta ayudadita de los libros, menjurjes y terapias del propio Chopra. Y, planteadas las cosas en sentido inverso, si alguien enferma no es debido a bacterias, virus o defectos genéticos, sino a que el enfermo es demasiado estúpido o indolente para no ordenar a su cuerpo mantenerse sano, o porque no supo aplicar las sabias instrucciones del gurú Chopra.
Así, en su libro Ageless body, timeless mind (“Cuerpos sin edad, mentes sin tiempo”), sostiene que un paciente puede, por ejemplo, curarse del cáncer si salta “a un nuevo nivel de conciencia que prohíbe la existencia del cáncer (…) se trata de un “salto cuántico” de un nivel de funcionamiento a otro nivel superior”.
Así de sencillito. Olvídese de la quimioterapia o la radioterapia. Basta ordenárselo al cuerpo para que el cáncer -o la diabetes, o el enfisema pulmonar, o la cirrosis hepática, no importa qué- desaparezca como por ensalmo.
EL BRINQUITO FALLIDO
La medicina cuántica viene a ser como las típicas recetas de los libros de superación personal nada más que aplicado a la salud y la vida eterna. Di “No tengo cáncer” y no lo tendrás. Di con toda firmeza “Estoy sano y fuerte” y lo estarás. Di “No moriré” y vivirás eternamente.
Cierto: la terminología pseudocientífica de Chopra engaña a muchos, pero no tiene el menor fundamento. Los fenómenos cuánticos son reales, pero se manifiestan sólo a nivel subatómico, no en la escala macroscópica de células, tejidos y órganos. El cuerpo humano no puede pasar “de un nivel cuántico a otro”, y decir que los fenómenos cuánticos determinan su funcionamiento es tan absurdo como suponer que uno vivirá más si viaja frecuentemente en avión, porque según explica la teoría de la relatividad el tiempo transcurre más lentamente a mayor velocidad. Eso es cierto, mas tal efecto sólo se manifiesta de manera apreciable a velocidades cercanas a la de la luz, es decir, 300,000 kilómetros por segundo.
Chopra no se limita a escribir libros -lleva ya unos 25 títulos que se venden por millones-, dictar conferencias y organizar seminarios: ha montado todo un sistema de comercialización de un amplio surtido de bebistrajos, aceites aromáticos y pócimas cuyas “vibraciones” controlan la “vibración cuántica” del cuerpo.
Ninguna de sus afirmaciones ha sido sometida nunca a escrutinio científico, pruebas clínicas o experimentos de laboratorio. Son simplemente cuestión de fe. Pero sobran ingenuos creyentes de tales patrañas, entre ellos famosos personajes como Demi Moore, Elizabeth Taylor, Michael Jackson y el ex Beatle George Harrison, aunque a éste último Chopra prefiere no mencionarlo: a fines de 2001 murió víctima del cáncer en el cerebro que había ofrecido curarle nomás con un brinquito cuántico.
Fuente: http://marcianitosverdes.haaan.com/2008/10/los-cuentos-cunticos-del-doctor-chopra/
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