lunes, 19 de octubre de 2009

Madurez espiritual e iluminación


Madurez espiritual e iluminación


Por Krisaltis-Crisaltis

La espiritualidad es perseguida por muchas personas en el planeta, pero pocos son los que ya dentro de ella se proponen a plantearse la pregunta si en realidad hay una madurez espiritual por parte propia, en medio de todo el bagaje de concepciones en el que se esté. Empezando por las creencias con las que uno nació, pocas veces por cuenta propia uno pone en cuestión de si realmente tiene que ser como se ha creído que es, esto es, la explicación de las cosas. En otras palabras, no hay siquiera, en la mayoría de las veces, un interés por averiguar los orígenes de los cimientos de la espiritualidad en la que se está.

Es algo usual diferenciar a un ateo de un creyente. Normalmente se piensa que quien está apartado de la “vida espiritual” no puede vivenciar lo divino. Nada más lejos de la realidad, ya que esta experiencia, llamada mística, le puede tocar a cualquiera. Más aún cuando en neurociencia se sabe que la noción dualista de las cosas es solo un aspecto de la realidad, y que tanto gente espiritual como la que no lo es puede experimentarlo(1). En este sentido, la vieja creencia de que solo los creyentes más fervorosos pueden contemplar aquella realidad inaprehensible deja de ser tan cierta. Esto explica por qué hay incluso muchos incrédulos que pasan súbitamente a formar parte de la religión en la que estaban en contra, o incluso dirigir su propio grupo religioso. Pero aquí entra a tallar la pregunta.. ¿es necesaria la conexión religión y experiencia mística? Normalmente la religión –o el grupo espiritual- es la que se encarga de orientar a uno hacia esta clase de vida, pero muchas veces se ve gente que puede ser muy creyente pero jamás en su vida ha experimentado aquella “totalidad”, esa cualidad del cerebro que se percibe indiferenciado de las cosas.

No es algo meramente biológico

No se trata, claro está, de reducir toda esta experiencia al campo biológico –a un biologismo- porque de ser así, se mutilaría los aspectos del ser humano que no son estrictamente físicos. En este punto el saberse en esta clase de experiencia junto con la sociedad que le rodea aporta un papel demasiado importante en la nueva comprensión que se vivencia. Si por ejemplo un ateo experimenta esta sensación de unidad con el todo se encuentra en una sociedad católica, la explicación inmediata será la de relacionar esta unidad con Dios. Sin embargo, si esta misma persona es puesta en una sociedad de budistas creerá que es el Nirvana, y así sucesivamente, solo por tomar dos de los ejemplos más paradigmáticos –salvando las diferencias. El Dios Judeo-Cristiano y el Nirvana no son lo mismo, pero ante la proximidad de semejanza con la experiencia de unidad es lo que más se tiene a la mano. Surge la pregunta.. ¿si se supone que los llamados iluminados experimentan la realidad última, por qué permanecen en distintas religiones? Por supuesto, uno no tiene que ser iluminado, basta con haber vivenciado esta sensación de unidad y de contemplación de la realidad al menos un poco para relacionarlo casi de inmediato con alguna tendencia espiritual.

Espiritualidad no significa siempre religión o credo

Antes de seguir con esto será importante hablar más acerca de la madurez espiritual. Espiritualidad no ha de ser tomado en un sentido estricto, en donde solo el creyente o el religioso pueden serlo, según lo expresado también lo puede ser un ateo, aunque suene de lo más inconcebible. Y es que lo espiritual no se limita a las ideas, esto explica por qué un no creyente puede volverse más creyente que un creyente –pero no significa que haga más valedera su religión. Otra idea preconcebida es que la religión necesariamente implica una espiritualidad que mejore al hombre. Harto sabido que no siempre es así, haciendo real la frase “siendo la religión lo que más debiera distinguirnos, en el fondo, de las bestias, y aquello que debiera elevarnos más como criaturas racionales por encima de los animales, a menudo hace que los hombres aparezcan como más irracionales e insensatos que las mismas bestias”(2). ¿Es acaso algo espiritual seguir al pie de la letra a ciegas lo que diga el guía? La espiritualidad no ha de ser sobrentendida como religión, muy por el contrario, una madurez espiritual es capaz incluso de socavar los cimientos del credo o doctrina. No se trata tampoco de un escepticismo patológico(3), sino de una comprensión o un nivel de comprensión que permita desarrollarse a uno en sus diferentes aspectos. Normalmente la espiritualidad entendida por la mayoría es la que estanca al ser humano en un aspecto de sí mismo, y es el de la creencia-dogma. Solo basta pensar que la realidad es demasiado ilimitada como para pretender explicarla desde un solo punto. Es una soberbia el tratar de poner en palabras la totalidad en base a ciertos criterios, esto no conlleva más que a una confusión en donde ya no hay libertad para seguir indagando.

Una madurez espiritual no se limitaría a un credo, sino que asimilaría los aspectos que considera importantes en cada uno de ellos y los relacionaría, formando una cosmovisión propia. No tendría prejuicios ante las diversas creencias rechazándolas tan solo porque no son la propia. Un rasgo de inmadurez espiritual es el de tener la predisposición de rechazar cualquier otro credo sin aprender de él. La humanidad no es estática, no puede tan solo estar fija en una serie de creencias que pudieron haber estado válidas hace siglos, pero que ahora no es factible, ya que no resulta en ningún beneficio para sí mismo. ¿Acaso el conjunto de creencias no está para ayudar a que las personas convivan mejor? Claro que sí, y el mejor modo de empezar a darse cuenta de esto es dejar de ser tan estrictos y dogmáticos con las propias doctrinas. Esto es importante porque así se evitarían conflictos existenciales y luchas entre y en las mismas personas. No se puede hablar de espiritualidad en religión si hay un rechazo hacia otras culturas o credos sin antes saber realmente de qué tratan, si solo es mera repetición de lo escuchado, sino ¿qué diferenciaría al que escucha crédulamente al auspiciador de televisión a que le compre su producto tratando de convencerle y se sienta feliz, de quien escucha igual de crédulo al pastor o maestro convenciéndose a sí mismo de que esa es la última verdad que le hace sentirse lleno? ¿Le diferenciaría esa sensación de querer llenar su vacío del que come sin parar por el mismo motivo?

Acciones no espirituales en base a creencias

La religión posee un conjunto de doctrinas, pero que no son necesariamente espirituales. ¿Es espiritual dejar que la viruela se propague por creer que es una bendición de algún dios en particular?(4) Espiritualidad no es creer a ciegas lo que se escucha en los predicamentos, para esto existe otro nombre y es el de ingenuidad, por otro lado no habría ninguna diferencia con otras acciones, no hay nada espiritual en el solo hecho de seguir las reglas. Tampoco se trata de un paliativo para tratar de llenar el vacío existencial de uno, esto también tiene un nombre y es efecto placebo. Ya incluso alguien hubo quien dijo que “es grande el peligro de la vida espiritual cuando sin freno de discreción se corre por ella”(5). Puede uno preguntarse por qué quien escribe toma citas de personajes que poseen una tendencia en particular y definida, pero esa pregunta se puede resolver recordando que lo expuesto aquí trata justamente de saber escoger y discernir lo que se puede asimilar de lo que uno va conociendo.

No se trata de un eclecticismo sin más, ya que con lo expuesto aquí no se trata de congelar la realidad en conceptos e imágenes. Se reconocen las propias limitaciones y se tiene en cuenta que a uno siempre se le puede escapar algo, y que es mediante ese algo que puede uno seguir aprendiendo. “La aparición de la idea de verdad agrava el problema del error, pues cualquiera que se crea poseedor de la verdad se vuelve insensible a los errores que pueden encontrarse en su sistema de ideas, y evidentemente tomará como mentira o error todo lo que contradiga su verdad”(6). “Qué es eso, nunca lo sabrán. Nunca conocerán la verdad, porque es un movimiento. ¡Es un movimiento! No puede contenerse, no puede capturarse, no puede expresarse. No estamos interesados en una premisa sustentada por la lógica. Así que, tiene que ser su descubrimiento”(7).

¿Qué son entonces las acciones en base a la fe, a las creencias? Por un lado podría denominarse como fanatismo, el hecho de ir al extremo de renegar de todo lo que no se considere dentro del dogma. Por otro lado podría considerarse como las ansias del ser humano por reconectar con aquello que siente como “trascendente” –porque al final sería como un retornar a la propia naturaleza, que es a lo que todo aquel que ha percibido esa divinidad apunta. Sin embargo, cuando una persona vivencia ello, sea ateo, agnóstico o creyente, al tratar de saber de qué se trata se encuentra sumido en explicaciones religiosas por todos lados, pero no le garantiza una sabiduría total de todos los aspectos humanos, no le capacita para saber acerca de cuestiones sociales y políticas específicas, pero puede irradiar con su “don” todo tema que abarque y de allí dar una fuerte sensación de que se habla con energía, esa energía que proviene de esa vivencia con lo ilimitado, por llamarlo –etiquetarlo provisionalmente- de alguna manera.

Madurez espiritual e iluminación

La importancia de la madurez espiritual es harto relevante porque el ser humano puede hacer casi cualquier cosa por ella, y en algunos casos realmente cualquier cosa. Si no hay un regulador de la consciencia que le indique a la persona hasta qué punto se puede llegar por el credo, se está ante serios problemas, porque podría representar un gran peligro potencial el solo hecho de morir por la causa o matar por la causa. Es esa madurez la que podría ayudar al creyente a poder trascenderse a sí mismo. Una persona que no es madura normalmente no ha desarrollado las capacidades de pensamiento y sentimiento –porque se es maduro tanto emocional y racionalmente- y eso le hace débil ante ciertas circunstancias y propenso a creer casi cualquier cosa que le puedan decir, siempre y cuando sea en el campo que no se ha desarrollado del todo (uno puede ser excelente ingeniero pero ser el más fanático de los de su religión). No se niega que hay muchas veces en donde las creencias sirven con fines terapéuticos, en donde los presos o víctimas de guerra reciben orientación religiosa, pero aquí se habla de quien ya está en una posición de poder plantearse estos temas.

¿Qué significa, entonces, una madurez espiritual? Significaría saber discernir las cosas en su lugar, pero relacionándolas. Podría llamarse una inteligencia en el aspecto espiritual. Cuando uno hace las cosas procura no hacerlas automáticamente, lo mismo debería de suceder con lo espiritual, y dejar de ser un opio para la población. Ha de ser un real despertar de consciencia, una comprensión que sea capaz de saber integrar lo que se aprende. ¿Qué medida ha de usarse para ello? En la medida que uno va conociendo más y más, en el diálogo entre personas y reconociendo las propias limitaciones. No es cuestión de repetir por repetir, sino de saber realmente lo que se está diciendo. No puede haber una comprensión unos con otros si no se empieza por aprender a escuchar al otro y a sí mismos.

La espiritualidad es una toma de consciencia con implicaciones muchísimo más profundas que la sola religión. De hecho, la espiritualidad real es la que puede impulsar cualquier otra actividad, es lo que le da un movimiento, podría decirse, con corazón. Ese sentimiento que uno puede sentir cuando hace algo y le emociona, que surge y nace desde dentro, no necesariamente por el pensamiento, sino tan solo lo que está naciendo dentro de sí. Junto a esto, la sensación de comprensión ilimitada acerca de todas las cosas. Sensibilidad y reconocimiento de sí mismo frente y en lo existente. No es algo que todo el mundo vivencia, pero es algo que todo el mundo podría, y buena parte de ese “logro” depende de uno mismo. Todo el mundo, porque Gandhi antes de emprenderse como lo que todos conocen ahora no era alguien tan reconocido por el mundo; porque la Madre Teresa tuvo hasta sus dudas; porque en la historia del nuevo testamento los discípulos escogidos no eran exactamente los mejores de entre su pueblo; porque Siddhārtha Gautama era un príncipe; porque Lao Tse era un simple funcionario público; porque eso divino puede darse de súbito en cualquiera si uno lo permite.

Una espiritualidad profunda y más consciente se da cuando esas carencias emocionales y afectivas ya han sido resueltas. Mediante el nacer de uno mismo se manifiesta aquello que Es.




1 “El dualismo sería una categoría más de nuestra mente”, por Francisco Rubia en Tendencias21.

2“Ensayo sobre entendimiento humano”, por John Locke. Versión de internet.

3 Predisposición sin fundamento a ser escéptico ante ciertos sucesos.

4 “Shitala Mata y sus colegas”, por Ferney Yesyd Rodríguez en SinDioses

5“Carta de la obediencia”. Frase dicha por Ignacio de Loyola.

6"Ciencia con Consciencia", Edgar Morin, pág. 278. Ed. Anthropos. Primera edición, Barcelona, 1984.


7“La mística de la iluminación”, por U.G. Krishnamurti. Versión de internet.

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