La reacción adversa a los medicamentos
Por el Dr. Héctor E. Solórzano del Río
Profesor de Farmacología del CUCS de la Universidad de Guadalajara y Presidente de la Sociedad Médica de Investigaciones Enzimáticas, A.C.
La palabra iatrogenia significa los efectos adversos causados por las acciones del médico (incluyendo los medicamentos prescritos) y los procedimientos quirúrgicos.
Realmente nadie sabe cuántas personas sufren de reacciones adversas por los medicamentos prescritos. En un artículo publicado en la revista médica JAMA, se afirma que en los EE.UU. cada año ocurren 2,000,000 de reacciones adversas a los medicamentos, matando a más de 180,000 personas. Esto las convierte en la cuarta causa de muerte en los EE.UU., después de las enfermedades cardíacas, el cáncer y las embolias (JAMA 1998;279:1200-1205).
En la Gran Bretaña, asumiendo que el 10 % de las reacciones adversas a los medicamentos se reconocen y se reportan, el número de reacciones medicamentosas serias debe de ser de unas 47,000 cada año. La incidencia de reacciones medicamentosas graves por medicamentos prescritos se ha estimado como de 180,000 casos por año (Medavar C: Power and Dependence: Social Audit on the Safety of Medicine. Social Audit Ltd. London, UK, 1992).
Algunos estiman que 2 de cada 5 personas que reciben medicamentos experimentan efectos colaterales que son en muchos casos, más serios que la enfermedad que les están tratando (Thompson C and MacEoin: The Health Crisis. The Natural Medicines Society, U.K., 1988).
Además, el número de hospitalizaciones en Gran Bretaña debido a los efectos colaterales por los medicamentos se estima en alrededor de 240,000 casos cada año.
Después del desastre trágico de la talidomida, cuando miles de mujeres dieron a luz niños con malformaciones congénitas, se les pidió a las compañías farmacéuticas proporcionar estándares de seguridad cada vez más rigurosos.
Muchos consideran que la razón de estas reacciones se debe a los métodos iniciales de prueba, los cuales se llevan a cabo en animales. El metabolismo animal no se puede comparar con el metabolismo humano. No sólo hay grandes diferencias en la estructura general, sino también entre la composición y el tamaño de los órganos del cuerpo.
No hay que olvidar que la bioquímica básica, incluyendo la actividad enzimática, puede diferir mucho entre la especie animal y la humana. Esta es también una razón porqué los animales difícilmente alguna vez responden a las substancias tóxicas en la misma forma en la que lo hacen los humanos y viceversa (Coleman V: Betrayal of Trust , European Medical Journal, Devon, UK, 1994).
Podemos ver unos ejemplos, la morfina seda a los humanos pero estimula a los gatos; la penicilina actúa como un antibiótico para los humanos, pero es venenosa para los cuyos y los hámsters; la insulina produce deformidades en animales de laboratorio pero no en la gente; el arsénico mata a los humanos pero no a los cuyos, pollos y los monos; el digitales eleva la presión sanguínea en los perros pero la baja en los humanos The Pharmaceutical Drug Racket: Campaign Against Fraudulent Medical Research, Australia).
Hay algunas razones por las que la prueba de medicamentos en animales no se puede solamente trasponer a los humanos y considerarse válido de inmediato.
Los medicamentos convencionales generalmente se prueban primero para ver su toxicidad en animales perfectamente alimentados y sanos, mientras que en la vida real, el mismo medicamento es consumido por humanos que ya están enfermos y débiles (Tuula E Tuormaa, Int Jour of Alter and Complem Medi, March 1998, pp 26-28).
Ahora bien, a estos animales de laboratorio se le administra un solo medicamento, pero otra vez, en la vida real, la mayoría de los pacientes humanos no toman un solo medicamento sino una combinación. Esto seguramente cambia el efecto farmacológico.
Regresando al impresionante encuentro de las 100,000 muertes anuales por reacciones medicamentosas; las cifras podrían ser peores si se incluyen los errores administrativos y las sobredosis (WYDDY, July 1998, p. 9).
Según el Dr. Bruce Pomeranz, Jefe de la Universidad de Toronto, las cifras son mucho más altas de lo que se esperaba.
Alrededor del 76 % de las reacciones adversas a los medicamentos son causadas por medicamentos altamente tóxicos, mientras que otras pueden ser causadas por la vigilancia inadecuada de las dosis y las terapias.
Los investigadores Canadienses de este estudio creen que estos números son similares en cualquier otro país desarrollado.
Para evitar lo más posible una reacción adversa a los medicamentos, uno debe de a) tomar las menos posibles medicinas de prescripción al mismo tiempo, b) dejar de tomar los medicamentos tan pronto como sea posible, de acuerdo a las instrucciones del médico y c) preguntarle al médico sobre las posibles reacciones adversas que podría causarnos el medicamento prescrito por él.
En Francia se realizó un estudio en el cual se le pidió a un grupo de médicos que reportaran todas las reacciones a los medicamentos a los investigadores y luego se comparó con el número real de reportes recibidos por las agencias oficiales de vigilancia. La verdad increíble; solamente uno de cada 24,000 reacciones adversas es reportada por los médicos a la agencia apropiada de vigilancia. Los médicos en este estudio reportaron un promedio de 2 reacciones adversas por día. Un ejemplo muy extraño del uso de medicamentos es el de la difenhidramina comercializada como un antihistamínico. Este medicamento causa tanta somnolencia que mucha gente ya no la usa. Sin embargo, las compañías son muy ingeniosas y ahora se utiliza como un auxiliar para el insomnio (Second Opinion, December 1998, pp 2-3).
El 4 de Mayo de 1998, la Revista médica llamada Modern Healthcare, Volumen 28, número 18 publicó un editorial titulado "Los hospitales necesitan un plan definitivo para reducir las reacciones adversas a los medicamentos". En dicho editorial se sugiere una serie de medidas. Esto demuestra la importancia y el impacto que tienen las reacciones adversas a los medicamentos.
Varios estudios han demostrado que del 20 % al 36 % de los pacientes admitidos en un hospital universitario sufrió de una lesión iatrogénica y que del 20 % al 25 % de estas lesiones fueron serias o fatales. Un análisis de los paros cardíacos en un hospital de enseñanza reveló que el 64 % de ellos era evitable (Leappe LL et al. Error in Medicine, JAMA 1994;272:1851-1857). Puede discutirse que algunos de los pacientes quienes sufrieron una lesión iatrogénica, ya estaban seriamente enfermos y que los tratamientos y los procedimientos riesgosos fueron la única oportunidad que tenían para recuperarse. Sin embargo, los tratamientos heroicos no tienen que ser automáticamente peligrosos. Tal vez el mejor ejemplo sea la terapia nutricional intravenosa. Hay casos reportados de pacientes con ataques agudos de asma que se recuperaron con inyecciones de magnesio IV. Otro ejemplo es el de pacientes con neumonía que no respondieron a los tratamientos antibióticos convencionales y se lograron curar con un tratamiento nutricional a base de una infusión de megadosis de vitamina C.
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