Calendario Maya
Escribe: Majo Franco - UAXAC OC
En multitud de sitios del planeta –aunque mucho menos de lo que quisiéramos- se festeja el 26 de Julio, dia en el calendario gregoriano que corresponde al Inicio de un Nuevo Ciclo Maya, el Tzolkin, Calendario Sagrado Solar y Lunar, pero aún así, ya es un logro destacable si tenemos en cuenta que hace tan solo una generación atrás ni siquiera se hablaba del asunto, excepto entre algunas gentes de México para quienes por su tradición les es natural el acontecimiento, pero que por razones históricas, que no viene al caso exponer aquí, no se expandió como conocimiento válido para el resto del colectivo humano, dando la impresión de ser un rasgo cultural más como tantos de diversa índole en todas las culturas del planeta.
De verdad que somos privilegiados por habernos permitido acceder a esta información justo a tiempo, como para impedir que la amnesia colectiva inducida desde los centros de control mental, cumpliera su cometido de mantener la atención de las gentes y los pueblos focalizada en la contingencia de su cotidiana sobrevivencia. Es a todas luces un gran logro, que gentes de todas las cultural, razas, lenguas y credos en tan poco tiempo y sin la colaboración de las instituciones que controlan los medios masivos de comunicación, hayan aceptado la cuenta Maya del tiempo propuesta desde América y con 1.300 años de antelación a estas fechas, y ello fue posible por la oportuna entrega de estas memorias actualizadas del tiempo, por parte de
Son varios los pueblos que mantuvieron cuentas basadas en diferentes hitos históricos o cosmogónicos, pero ninguno con la precisión y en consonancia con los ritmos naturales y con la concepción del tiempo tan precisa como la entrega Maya en América, el penúltimo gran capítulo de entrega de códigos de alta ciencia y sabiduría, cual claves y señales en el itinerario de la evolución planetaria de esta siembra estelar, cuyo fruto ha expresado la formación de un núcleo conciente de humanos que se han llegado a erigir como Humanidad: Unidad Humana con Conciencia de lo que somos.
A partir de este nuevo paso cenital, un nuevo sub-ciclo de 52 giros de la tierra al Tzol se da inicio como siempre con un año Luna Magnética Roja, y con él un nuevo propósito en este caso planetario. La renovación de las aguas estancadas en el emocional humano, traerá la oportunidad de resolver conflictos mundiales o al menos comprender sus verdaderas causas y establecer el propósito de reconstruir el tejido de la vida en el sentido espiritual, lo cual supone un retorno en voluntad y en conciencia a los ritmos naturales y al cumplimiento de
Lo que se avecina puede ser tan fuerte como apegados estemos al orden materialista, podrá significar desgarres para los cuales mucha gente no ha querido prepararse por más llamados al respecto que se han hecho, la ceguera y la sordera voluntaria son de las peores corazas con las que ha revestido el sistema materialista a las gentes que les entregaron su poder decisorio; y claro, también es y ha sido su derecho el de disponer de su energía y su voluntad, así sea desde la ignorancia de lo que verdaderamente son; a mucha gente la tomará y la está tomando por sorpresa los cambios planetarios que no son pocos en especial durante los últimos 14 años, pero si han parecido duros estos anteriores, los siguientes si que lo serán porque estamos en el escenario mismo del huracán. Hemos querido y elegido estar encarnados para esta época, quisimos ser protagonistas directos del drama, no es hora de arrugarse, a esto vinimos, a garantizar que el cambio, el viraje se ejecute hacia el rumbo correcto según el proyecto Mayor que nos tiene aquí encarnados, el Proyecto Crístico Universal y Galáctico; para el cumplimiento de ese propósito, éste no es el último paso, vendrán otros muy importantes, pero de momento, éste es el más importante, porque sin él no habrá otros, quien no se gradúa de bachiller no tiene opción universitaria y en vez de profesionales nos quedaremos como trabajadores rasos para que unos pocos usufructúen el bien común.
En el pensamiento maya el espacio terrestre no se concibe sin el tiempo, y ambos están determinados por el ciclo solar. Por los cuatro sectores y los tres niveles cósmicos "caminaban" los cuatro "Portadores del año", como se les llamaba en el calendario ritual de 260 días, comunicando el movimiento ordenado al espacio e impregnando de sus influencias positivas o negativas a todos los seres.
Numerosos centros ceremoniales del Período Clásico expresan estas ideas cosmológicas, pero cada uno de los estratos cósmicos está simbolizado por la escultura de un monstruo reptil, que hemos llamado "dragón" ya que se trata de una criatura híbrida que presenta los rasgos de diversos animales sagrados, pero en los que predomina el carácter de serpiente. Este ser, es la divinidad suprema que rige todos los planos y niveles del universo.
En la simbólica religiosa, el cuadrado representa el mundo material, lo sólido, lo tangible, lo sensible; pero deriva de la cruz, cuyo número sagrado por excelencia no es el cuatro sino el cinco, número que resulta de la confluencia de las dos líneas de la cruz, el Centro del universo. Los cuatro lados están en relación con el centro o punto de intersección de los ejes de la cruz y no se puede considerarlos por separado. El es el centro común al cielo, a la tierra y al inframundo, ya que es el punto de unión y de comunicación de los diferentes espacios cósmicos. Asimismo, el centro no es solamente un punto, sino un eje que une los dos polos del cosmos. Por este eje, cordón umbilical del mundo, el Centro es el umbral donde puede efectuarse la ruptura de nivel, un salto hacia otro mundo.
Los símbolos mayas de toda esta visión del cosmos, cuaternidad y quinta dirección, son múltiples. Primero tenemos el glifo del Sol, una flor de cuatro pétalos , que rige el tiempo y determina la división del espacio. Otro glifo, que representa geométricamente el cosmos cuádruple con su centro, es el quinconce .Uno de los símbolos mayas más notables de la cuaternidad cósmica y del axis mundi es la cruz que se encuentra en numerosas obras clásicas, en Palenque en la losa del Templo de las Inscripciones ( Palenque), de
Pero en el mundo maya la cuaternidad no es solamente terrestre, abraza también el mundo celeste y el inframundo; los mitos hablan de cuatro regiones del cielo, que serían las cuatro caras de la pirámide celeste, las cuales llevan los colores terrestres; los mitos recogen también las cuatro regiones del mundo inferior, incluyendo en ellas al dios supremo celeste Itzamná que es a la vez uno y cuatro, y los cuatro colores cósmicos, que son los del maíz: negro, blanco, rojo y amarillo.
La pirámide es uno de los símbolos universales de la cuaternidad cósmica y del centro del mundo. Representa la montaña, y es una figura perfecta: un volumen orientado hacia el vértice superior al cual tiende, allí donde termina en unidad. Ella significa así la totalidad. Está limitada por caras antagónicas que materializan las oposiciones cósmicas. Reposa sobre una base cuadrangular, pegada a la tierra, con la cual se identifica, mientras que su punta representa el nivel celeste.
En el pensamiento maya, la pirámide celeste simboliza la ascensión progresiva desde la multiplicidad terrestre hasta la unidad, representada por la cima, y donde reside el dios supremo Itzamná, "El Dragón", principio vital del cosmos. La pirámide celeste simboliza así la divinización progresiva del cosmos. Ese punto supremo es el del Sol, pues corresponde al zenit, por lo cual el Dragón y el Sol se identifican.
La pirámide invertida del mundo inferior significa el descenso desde el nivel terrestre cuadrangular, asiento de la multiplicidad y del cambio, hasta la unidad sagrada de la muerte, fin de la temporalidad y de lo terrestre. Aquí, en el estrato más bajo del inframundo, reside el dios de la muerte, complemento dialéctico del dios supremo celeste. La divinidad de la muerte se identifica también con el Sol en su nadir, el Sol muerto.
Los vértices de las pirámides cosmológicas simbolizan los dos principios sagrados opuestos, representación de las dos posiciones extremas del sol, zenit y nadir, que simbolizan la vida y la muerte, rigiendo el equilibrio del cosmos, y cuya alternancia permite la existencia sobre la tierra.
Estos símbolos mesoamericanos son universales: la pirámide, o triángulo con la punta en alto, es la montaña, la subida al cielo, mientras que la pirámide invertida es el símbolo de la caverna, la entrada hacia el otro mundo; así, la primera es principio masculino y activo mientras que la segunda es femenina y pasiva; para los Mayas, el otro mundo es el vientre de la tierra-madre, en tanto que guardián de las semillas y los tesoros, al lado de los muertos, que pueden ser el origen de una vida nueva.
Así, en el pensamiento maya la cuaternidad se extiende a lo celeste y al inframundo unificándolos. La unidad de los principios sagrados opuestos es la culminación de una espiritualización progresiva, de un abandono gradual de la materialidad del nivel terrestre, hacia la vida y hacia la muerte.
En este pensamiento reside la inigualable consciencia de la unidad cósmica: la tierra, el cielo y el mundo inferior son realidades distintas, pero participan en lo sagrado, compartiendo una estructura en la cual la cruz, el cuadrado, el triángulo y la esfera coexisten, es decir, que el espacio y el tiempo constituyen una unidad.
Las ideas cosmológicas y los conocimientos astronómicos determinaron la ordenación de los espacios sagrados en la tierra: los centros ceremoniales. Los templos fueron construidos orientados hacia las direcciones astrales, principalmente hacia los puntos notables de los equinoccios y de los solsticios; ellos estaban dispuestos sobre bases piramidales, donde solamente los sacerdotes podían acceder, mientras que el pueblo permanecía en las plazas durante las ceremonias religiosas.
Esto para expresar que subir a la pirámide, que representa la montaña sagrada cósmica, significa acceder a la región celeste con el fin de comunicar con lo sagrado; el sacerdote, llegado a la terraza superior del templo, realizaba una ruptura de nivel: trascendiendo el espacio de los hombres, penetraba el de los dioses...
Iremos adentrándonos al maravilloso mundo maya... descubriremos su simbologia, aprenderemos como sincronizarnos con las energias que emana el Cosmos con total Sabiduría a nuestra amada Madre Tierra... descubriremos nuestro Sello Natal, Kin o Firma Galáctica, que nos hace unicos... juntos con todos los Sellos que complementan nuestro Horóscopo personal...
Majo Franco
Perro Galáctico Blanco
Fuente: Mirta Blasia Tassini / José Argüelles
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