domingo, 28 de agosto de 2011

La Industria de las Relaciones Públicas

La Industria de las Relaciones Públicas

Oiga lo que oiga, un gran porcentaje de lo dicho es prefabricado; todo ello, por la subdivisión del mundo publicitario llamada Industria de las Relaciones Públicas. John Stauber

Mary R. Selem

Burson-Marsteler es la firma de Relaciones Públicas más grande del mundo. Trabaja para corporaciones como la red NBC, la telefónica AT&T, la tabacalera Philip Morris, etc., para gobiernos y naciones extranjeros y organizaciones no gubernamentales como el Instituto Petrolero Estadounidense, el Banco Mundial y la Asociación de Ganaderos. Como todas las firmas de Relaciones Públicas, la misión de Burson-Marsteler es ayudar a los clientes a manejar las cuestiones por influencia en percepciones, actitudes, comportamiento y política. Ejerce el control del rumor efectivamente; esto es, administra información para ganar dinero. Unas 200.000 personas trabajan en ese campo.


La indiferencia mata

La industria de las RRPP es enorme; la mayoría de las noticias -productos modificados genéticamente, calentamiento global, legislación sobre el tabaco- afecta a las corporaciones, pues ganan o pierden dinero de acuerdo a la reacción pública.

De acuerdo al activista John Stauber, las corporaciones, los gobiernos y los grupos de intereses especiales gastan un promedio de 30 billones de dólares anuales exclusivamente para perjudicarnos.

En los años 70 y 80, Stauber era un activista que organizaba protestas en defensa de los derechos de los más desvalidos. A menudo combatía a las corporaciones; y fue muy castigado.

Como un activista que promueve cambio social, el trabajo de Stauber era lograr apoyo popular a asuntos diversos, y siempre se encontraba peleando contra grupos de interés corporativo. Estos, a su vez, para proteger sus márgenes de ganancia, peleaban para sabotear el apoyo popular a Stauber.

Su educación en Relaciones Públicas la debe a su experiencia.

A fines de los 80 trabajó para organizar a los granjeros y consumidores que se oponían a la hormona del crecimiento bovino, llamada rBGH. Varias corporaciones, incluso Monsanto, se preparaban para introducirla en las granjas lecheras y financiaron una campaña masiva de RRPP para combatir la oposición popular.

Al tiempo, Stauber sospechó que Monsanto y los otros fabricantes de rBGH estaban conspirando con el Departamento de Agricultura de EEUU (USDA) y la Food & Drug Administration (FDA, Administración de Alimentos y Medicamentos). Cuando inició una investigación bajo la Ley de Libertad de Información, la USDA y la FDA fueron obligadas a hacer públicas miles de documentos internos.


Revelaciones atroces

"Lo que esos documentos revelaron fue atroz", dijo Stauber. "Ni en mis fantasías más paranoicas hubiera adivinado hasta qué punto la FDA y la USDA estaban trabajando con Monsanto para ayudarlo a promover su droga".

Cuando Stauber organizó una reunión de familias granjeras y grupos de consumidores opuestos a la hormona rBGH, recibió una llamada de un grupo de amas de casa del Consejo de Consumidores de Maryland, quienes dijeron estar muy preocupadas por esa cuestión y preguntaron si podían enviar a alguien a la reunión.

Tiempo después, un periodista de Vermont comentó que Monsanto se jactaba de tener un espía en esas reuniones. Y resultó ser la mujer de ese grupo inexistente de Maryland.

La espía era empleada de Burson-Monsteler, y había estado recopilando información a pedido de su cliente Eli Lilly, laboratorio que, con Monsanto, fabricaba rBGH.

A diez años de eso, aunque no se ha probado que la rBGH es segura, se inyecta igual en 30 por ciento de las vacas estadounidenses.

Por 8 años, Stauber ha encabezado el Centro para Información y Democracia, organización sin fines de lucro dedicada a informar al público sobre lo que hace la industria de las relaciones públicas.

Ha publicado tres libros aclamados: Toxic Sludge is Good for You (El fango tóxico es bueno para usted), Mad Cow in USA (La vaca loca en EEUU) y Trust Us, We're Experts (Confíe en nosotros, somos expertos). Reconocido internacionalmente por su trabajo pionero, Stauber publica PR Watch (Vigilancia a las RRPP), viaja, filma, organiza y ayuda a activistas.

Stauber cree que el público estadounidense está enojado, desamparado, manipulado y engañado. "La apatía no es tanto porque a la gente no le interese, sino porque no sabe qué hacer.

La gente quiere la verdad al instante, entonces prende la radio o la TV y cree que la mejor manera es escuchar muchas noticias, de donde vengan, y está equivocada. Tenemos que convencernos de que no vamos a encontrar la verdad por los canales usuales.

Usted quizás dirá: "Qué diablos, no importa; esto es una sociedad democrática. Si algo mal va a pasar, probablemente voy a enterarme. Voy a concentrarme en seguir existiendo, pagar mis cuentas y hacer lo mejor que pueda".

La verdad se vuelve importante cuando la gente se da cuenta hasta qué punto padece por su falta.


Defensor de los consumidores

En un sentido, la vida de Stauber está dedicada a descubrir verdades que asustan sobre la realidad diaria. "Yo pienso que un sinnúmero de personas se volvería neurótica haciendo lo que yo hago", expresa.

"También es cierto que uno no puede asustar a la gente sobre la verdad de qué tan malas son las cosas, tenemos que buscar juntos una solución. No podemos enterrar la cabeza en la tierra.

Uno tiene que tomar el control de los intereses poderosos -las corporaciones que dominan nuestros medios y gobiernos".

El problema más grande es que las corporaciones han usurpado el poder político del pueblo, derecho que solamente es de los ciudadanos.

Las corporaciones que integran el grupo de las Fortune 500 nos han convertido en cuerpos que respiran.

A quienes actuamos nos dicen que vivimos en una democracia y que nuestras opiniones son otra teoría amorfa de conspiración. Si la gente no lee el material enorme que hay a su disposición y se entera, no se educa. Existe un poder escondido y secreto dedicado a manipular a la opinión pública y política en nombre de los poderosos.

Es la industria de las relaciones públicas. Muchos funcionarios de esas industrias nos han dicho que hemos dado en el clavo y que las cosas son peores de lo que imaginamos.

Stauber continúa: "Un funcionario de Monsanto, muy bien remunerado, me dijo que cuando vuelve a casa, disfruta de su esposa e hijos, se sienta a mirar bobadas en la TV, con un trago en la mano y se olvida de todo. "Yo sigo el principio de Nuremberg", dice, "Si no hago esto, otro lo hará". ¡Es el peor cinismo porque le permite a uno racionalizar cualquier conducta, al punto de lo que se hizo en la Alemania nazi!

Es hora de educar a los consumidores, darles poder, enseñarles sus derechos, para reconstruir nuestros suelos sanos y sobre todo, nuestra democracia.

Hay miles de grupos dedicados al medio ambiente, por qué no empezar por conocerlos, por involucrarnos (por nuestros hijos, sobre todo), por enviar alguna donación, lo que podamos, para que se pueda avanzar. Nada es imposible, si David venció a Goliath.

Fuente: http://www.axel.org.ar/articulos/medios/stauber.htm

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